Nuevos mánagers para gestionar el cambio
Nuevos tiempos para las empresas y para los directivos que están al frente de ellas. Las reglas del juego han cambiado y, por tanto, el estilo de management también. Hoy en día las organizaciones afrontan cuatro grandes desafíos. El primero, por supuesto, es la globalización: tanto competidores como clientes están en cualquier parte del mundo. Según Emma de Llanos, directora de los programas Executive Education de EADA y del Master en Dirección de Recursos Humanos, “esta visión global implica superar varias limitaciones como son, por ejemplo, las barreras idiomáticas para acceder a nuevos mercados, la gestión de la diversidad cultural o un exhaustivo conocimiento de estos mercados”. Aparte, la situación política de otros países –como el ‘Brexit’ o la inestabilidad en Europa del Este– y la emergencia de nuevos mercados obliga continuamente a las compañías a replantearse sus objetivos estratégicos.
Tampoco hay que pasar por alto la irrupción de nuevas tecnologías. “Su evolución es tan rápida que genera analfabetismo tecnológico en las empresas, es decir, no da tiempo
a incorporar todas las innovaciones tecnológicas y, por tanto, se pierde una gran ventaja competitiva”, afirma De Llanos. Además, continúa, “la revolución tecnológica está cambiando la ma
nera de hacer negocios, pues se trabaja en red con proveedores internacionales, se establecen nuevas vías de colaboración con los stakeholders, las decisiones se fundamentan en el análisis de datos –Big Data– y la relación con los clientes se establece cada vez más a través de los canales digitales”.
La cuestión demográfica supone otro gran desafío para las organizaciones. Al problema ya evidente del envejecimiento de la población –en 2030 España será el segundo país más envejecido del mundo, sólo por detrás de Japón– hay que sumar el debilitado sistema de pensiones y el aumento del porcentaje de prejubilaciones. “En muchas empresas se está produciendo una descapitalización del talento, pues se está expulsando del mercado laboral a profesionales con un importante know-how, y en otras proliferan los equipos formados por personas de diferentes generaciones, lo que obliga a los directivos a gestionar la diversidad y a superar los prejuicios negativos relacionados con los perfiles jóvenes y con los sénior”. Según De Llanos, “es necesario un estilo de management que tenga en cuenta la aportación de ambas generaciones, lo que no sólo contribuirá a conseguir los objetivos de la compañía sino también a hacer más sostenible el actual sistema de pensiones”.
Se requieren a directivos con gran capacidad de escucha, que sepan motivar a su equipo y les integre en cualquier proyecto y decisión
A esto cabe añadir la coyuntura económica actual. En España el paro juvenil supera ya el 40%. Este dato negativo explica, en parte, el aumento de jóvenes que emigran a otros países en busca de nuevas oportunidades laborales, aunque también les motiva la experiencia vital que supone. Por este motivo, explica De Llanos, “el mánager debe ser capaz de atraer este talento escaso para tener equipos altamente competitivos”. Insiste en que “es competencia del directivo buscar soluciones alternativas al despido y motivar al equipo que se queda tras un despido inevitable”.
Nuevas competencias directivas
Para afrontar con éxito todos estos retos las organizaciones necesitan a directivos que promuevan un liderazgo compartido con todas las personas de la compañía. “Deben nutrirse del conocimiento de los demás para tomar decisiones e impulsar proyectos”, afirma la profesora de EADA. Para ello, “se requiere una gran capacidad de escucha, de poner en valor la opinión de los otros, de generar conjuntamente proyectos orientados a resolver los problemas que tienen las compañías e identificar las oportunidades que generan los cambios”.
Pero crear entornos basados en el compromiso implica fomentar el intraemprendimiento, es decir, impulsar iniciativas creativas que propongan los propios empleados, y promover nuevos modelos de negocio así como nuevos procesos de trabajo. “Aquí no sólo hablamos de colaboración en todos los sentidos sino también de directivos open minded con capacidad de cuestionarse cómo se están haciendo las cosas y cómo se pueden cambiar con la participación de todas las personas”, apunta.
Además, De Llanos destaca otras competencias necesarias hoy en día en un mánager. Una de ellas es la flexibilidad para adaptarse a los cambios dentro de la organización. “El directivo tiene que ser capaz de redirigir los comportamientos e, incluso, de cambiar el rol de los diferentes perfiles en base a lo que realmente les motiva y a lo que pueden aportar en cada fase del negocio”. Además, añade, “deben aprender a equivocarse y a no tener miedo al error, a solucionar problemas desde la prueba-error”. En su opinión, esto va muy relacionado con la idea de no ser ajenos a lo que pasa fuera de la organización: “Deben tener conocimientos geopolíticos, macroeconómicos, identificar oportunidades no solo en su sector sino también en otros, saber cuáles son los principales ejes de las relaciones laborales globales. Se trata, en definitiva, de ser auténticos constructores de relaciones y de buscar sinergias incluso con la competencia para hacer las empresas más competitivas”.