Lluís Torras: “La decreciente calidad del empleo y su impacto negativo en la calidad de vida no se refleja en el PIB”
Con el paso de los años el PIB se ha convertido en el indicador clave del crecimiento que confirma la estrecha comunión entre progreso y riqueza y producción de bienes y servicios, ocultando, sin embargo, sus costes sociales y medioambientales. La percepción mayoritaria es que el crecimiento del PIB, es una condición sine qua non para el aumento del bienestar y del progreso de una nación. Esta relación entre crecimiento y progreso se ha hecho más evidente desde el momento en que se ha correlacionado el crecimiento del PIB con los principales indicadores sociales como el nivel de salud, la educación, la esperanza de vida de la población.
La conclusión ha sido que sin crecimiento del PIB no puede haber mejora de la calidad de vida, incremento de las rentas familiares, ni reducción del paro. Pero, ¿es un PIB más alto, siempre mejor? El PIB no tiene en cuenta las diferencias en las condiciones de producción y el efecto necesidad. Así, por ejemplo, dos países pueden tener el mismo nivel de bienestar con diferente PIB. La comparación del nivel de PIB no permite comparar con mucha precisión los niveles de satisfacción porque la noción de satisfacción es subjetiva.
Volatilidad financiera
El PIB se ha convertido en una excelente tarjeta de visita al evitar mencionar el impacto que los costes ocultos de la degradación del medio ambiente tienen en la salud de la población, la falta de equidad en el reparto del crecimiento y la mala calidad y precariedad del empleo creado. Entre estos costes ocultos destacan la baja productividad, las bajas escolares y laborales y los costes de rehabilitación del entorno.
Respecto a la calidad del empleo creado, el caso norteamericano es sintomático. El crecimiento de la economía americana ha disminuido el paro pero ha degradado la calidad del empleo, poniendo de moda el concepto de “volatilidad financiera”. Las facturas llegan con regularidad, los ingresos llegan irregularmente. Esta volatilidad financiera se ha convertido en una fuente de estrés para millones de ciudadanos cuyos ingresos fluctúan con la época del año, el número de horas contratadas o el tamaño de la comisión. Toda esta decreciente calidad del empleo y su impacto negativo en la calidad de vida de las familias, no se refleja en el lenguaje del PIB.
El crecimiento de la economía americana ha disminuido el paro pero ha degradado la calidad del empleo, poniendo de moda el concepto de “volatilidad financiera”
Destrucción de activos
No sólo no se contabilizan las externalidades negativas, sino que también se oculta un número de actividades importantes para la sociedad como el trabajo doméstico, las actividades sociales o la participación política en la vida comunitaria, entre otras. La contabilidad nacional parte del presupuesto de que la actividad de una sociedad depende de la amplitud de sus intercambios, pero las actividades que no están sancionadas por un intercambio monetario no se incluyen.
Esta contabilidad nacional refleja los flujos positivos y no ofrece la oportunidad de inscribir los aspectos negativos, las pérdida de la calidad y la disminución de los activos naturales renovables y finitos, el impacto negativo en la salud de la sociedad, en suma, la destrucción y la disminución de todos los activos que no tienen precio, que no se han sabido o querido cuantificar, pero que constituyen un patrimonio común.