Emma de Llanos: “El reto de las organizaciones es retener al mejor talento internacional”
Una de las afirmaciones más repetidas hoy en día, y no sólo en el mundo de las organizaciones, es que estamos viviendo en un estado de cambio permanente. Ahora bien, ¿en qué momento de la historia de la humanidad no se ha producido algún tipo de evolución?
Por suerte, siempre hemos estado en constante movimiento y hemos sabido aprovechar las oportunidades que nos han brindado las diferentes invenciones e innovaciones que nos han acompañado. Quizás, lo que marca ahora la diferencia es la velocidad con la que se producen estos cambios así como la naturaleza de los mismos. Tenemos la constante impresión de que resulta imposible estar al día de las múltiples innovaciones que se suceden día a día. A esto cabe añadir la incertidumbre con la que miramos hacia el futuro, pues lo que suceda a corto y largo plazo es totalmente impredecible.
Por tanto, estamos de lleno en la cuarta revolución industrial. Es la era de la Inteligencia Artificial, la robótica, el Internet de las cosas, la realidad virtual, la impresión 3D, el Big Data y un largo etcétera…. Se habla ya de la Industria 4.0, la fábrica inteligente que se autogestiona.
Disrupción tecnológica
Explorando cada uno de estos avances se pone en evidencia que la gran evolución tecnológica o, mejor dicho, la actual disrupción tecnológica, nos hace sentir realmente analfabetos. Pero no duda cabe de que es una realidad y que no podemos ni debemos darle la espalda.
Qué interesante poder predecir y detectar clientes morosos o tener identificados aquellos que se pueden dar de baja de nuestros servicios gracias al Big Data. Qué oportunidad poder viajar a la India en unos instantes o utilizar los servicios de un hotel antes de contratarlo gracias a la realidad virtual. Qué eficientes podemos ser gracias a la posibilidad de editar artículos sin periodistas o conseguir incrementos del 4-5% anual de productividad con las fábricas inteligentes….
Es evidente que este nuevo escenario tiene un altísimo impacto en el campo de las organizaciones y en el mundo de trabajo. Y, como siempre, ante cualquier cambio aparecen oportunidades y al mismo tiempo amenazas.
El Foro de Davos alerta que la disrupción tecnológica supondrá la destrucción de más de siete millones de puestos de trabajo en todo el mundo antes de 2020
Un informe elaborado recientemente por el Foro Económico Mundial (Foro de Davos, 2016) alerta que tal disrupción tecnológica supondrá la destrucción de más de siete millones de puestos de trabajo en todo el mundo antes de 2020, de los cuales dos tercios serán trabajos de oficina rutinarios. Aunque se crearán dos millones de nuevos oficios relacionados con las denominadas competencias STEM (Ciencia, Tecnología. Ingeniería, Matemáticas), habrá muchos puestos imposibles de cubrir –pese a los enormes niveles de desempleo–.
En este contexto, el principal desafío que tienen las organizaciones es retener al mejor talento internacional, pues estamos hablando de un entorno totalmente global. Pero no se trata únicamente de proponer políticas clave para desarrollar el capital humano sino también de aprovechar al máximo los sistemas de información y las capacidades tecnológicas acordes a los nuevos desafíos.
Colaboración y cocreación
Sí o sí nos corresponde pensar en la innovación con objeto de explotar al máximo las oportunidades que nos ofrecen todos estos cambios. Pero no caigamos en el error de pensar que todas las innovaciones deben ser necesariamente tecnológicas El microcrédito, ideado por Muhammad Yunus –con quien EADA ha firmado un convenio para gestionar con otras universidades catalanas el futuro Yunus Social Business Centre de Barcelona para fomentar el emprendimiento social– es, por ejemplo, una de las innovaciones sociales más poderosas de nuestro siglo.
El microcrédito que ideó Muhammad Yunus es una de las innovaciones sociales más poderosas de nuestro siglo
Lo que realmente necesitamos son ideas, muchas ideas, procedentes de cualquier persona –clientes internos, externos, proveedores, etc…– si queremos ser realmente competitivos. Tenemos la obligación de estar atentos a los escenarios que tenemos delante y a los que vendrán para renovarnos y estar preparados. Ya no vale esperar a que aparezcan las crisis y con una mirada cortoplacista hacer ajustes, como ha sido habitual hasta ahora.
Una de las principales prioridades debería ser entonces preparar a la organización para vivir en un estado de aprendizaje permanente y una férrea voluntad empresarial para asumir riesgos. Tenemos muchos retos por delante y muchos problemas por resolver, y sólo a través de la colaboración y la cocreación podremos obtener resultados extraordinarios.
Qué razón tenía Gary Hamel y qué actuales siguen siendo sus planteamientos cuando el año 2007, en su libro El futuro del management nos decía que “la dirección moderna es un conjunto de herramientas y técnicas pero también de nuevos paradigmas”
Si las reglas de juego son otras, es un buen momento para superar las presunciones y creencias que nos han ayudado a llegar donde estamos. Así, poner en debate y en cuestión lo que estamos haciendo es clave.
Competencias como la creatividad, el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, el análisis y toma de decisiones o la flexibilidad cognitiva son clave en el nuevo paradigma empresarial
Por todo ello, no es casualidad que en el Foro de Davos, de las 10 competencias para el liderazgo que identificó , la mitad de ellas se refieran de una u otra forma a la necesidad de romper con nuestras creencias, modelos mentales y paradigmas. En este sentido, competencias como la creatividad, el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, el análisis y toma de decisiones o la flexibilidad cognitiva se consideran totalmente relevantes.
Ahora se trata de ponernos a trabajar poniendo el acento en estas competencias, empezando como siempre por uno mismo. Nuestras organizaciones nos lo agradecerán.