En los meses que lleva en Barcelona el Dr. Boyd Cohen ha convencido a varios líderes internacionales para crear la primera aceleradora de startups de economía responsable del mundo. Este es un paso más en su exitosa carrera dedicada a la docencia y a la investigación en temas de smart cities, emprendimiento y economía colaborativa sostenible.
>> ¿Qué componentes, atributos y áreas de desarrollo hacen que una ciudad sea inteligente?
Tras comparar varias ciudades inteligentes me di cuenta que el concepto de smart city va más allá de la implantación de tecnologías de redes y de sensores inteligentes. Fue así como ideé una herramienta a la que denominé Smart City Wheel que contiene seis componentes clave: economía inteligente (oportunidad, productividad y conexión local y global), globalización (servicios en línea, infraestructuras inteligentes y gobierno transparente), sociedad (educación, integración y creatividad), formas de vida (salud, seguridad, cultura y bienestar personal), movilidad (infraestructura tecnológica, transporte eficiente y acceso multimodal) y medio ambiente (edificios inteligentes, gestión de recursos y planteamiento urbano).
>> ¿Cuál es el denominador común de todos estos componentes?
Sin duda, la innovación. Me refiero, por ejemplo, a innovar en políticas públicas pero también en destinar una gran parte del presupuesto municipal al fomento del emprendimiento local. O, también, disminuir la huella de carbono a través de una economía inteligente. Es decir, lo que yo propongo es una visión holística que involucre a toda la ciudadanía en los principales desafíos actuales.
>> ¿Todas las ciudades deben aplicar las mismas soluciones inteligentes?
Cada ciudad tiene su propia visión de futuro, sus propias ventajas competitivas, sus propias debilidades. Por ello, no existe una única fórmula. Creo que todas las ciudades deberían tener una cierta flexibilidad para dar prioridad a aquellos componentes de la rueda que yo he diseñado que más les interesen. Asimismo, tendrían que definir libremente las estrategias y acciones que van a implementar para conseguir sus retos estratégicos.
>> Muchas ciudades se autodefinen como inteligentes por el simple hecho de incorporar sensores o tecnologías de redes. ¿Estás de acuerdo?
En absoluto. Como decía, las smart cities tienen que ver con una visión holística, no solo con un proyecto concreto. Tenemos que ir más allá de los sensores y de las TIC y ayudar a las ciudades a desarrollar estrategias integrales con la colaboración de sus ciudadanos.
El concepto de smart city va más allá de la implantación de tecnologías de redes y de sensores inteligentes
>> ¿En qué sentido las ciudades compiten por ser las primeras en incorporar innovaciones tecnológicas?
Cada vez hay más ciudades dispuestas a experimentar nuevas soluciones tecnológicas. Esto permite dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía con todos los agentes de la ciudad y, al mismo tiempo, favorecer el emprendimiento y el desarrollo económico local. Además, no sólo se consigue que las ciudades sean más eficientes sino también que se puedan extrapolar esas innovaciones a otras ciudades. Por ello, estoy totalmente a favor de esta competencia tecnológica entre ciudades.
Falta crear ecosistema emprendedor más a pequeña escala, de barrios incluso, que colabore con la ciudadanía
>> ¿Tiene límites la participación ciudadana que planteas?
No, no hay límites. El principal motor de cambio deben ser los ciudadanos. Por ejemplo, muchas ciudades han manifestado un gran liderazgo en el ámbito del cambio climático incluso cuando sus gobiernos nacionales no lo han tenido. Y esto ha sido posible gracias a la unión de ciudadanos, emprendedores, universidades y empresas. Todos ellos identifican y resuelven conjuntamente los problemas de su ciudad para tener una mayor calidad de vida. Además, la actual generación de millenials está muy comprometida con los desafíos sociales actuales, lo que favorece la economía colaborativa y el emprendimiento local. En este sentido, lo que tienen que hacer los consistorios es alinearse con las necesidades sociales que les plantea la ciudadanía. Como suelo decir, sin smart people no hay smart cities.
>> En tu último libro ‘The emergence of the urban entrepreneur’ dices que cualquier ciudadano puede convertirse en emprendedor y desarrollar smart solutions.
Si, así es. Las tendencias emergentes en colaboración ciudadana, economía colaborativa e innovación permiten a cualquier persona implicarse en la transformación de su ciudad en una smart city. Se trata de crear un ecosistema emprendedor más a pequeña escala, a nivel de barrios por ejemplo, donde los vecinos colaboren en proyectos impulsados por startups tecnológicas y que puedan tener un impacto social. De ahí que en mi libro me refiera a lo que yo llamo urbanpreneurship o urbanpreneurs. Un buen ejemplo son las iniciativas enmarcadas en lo que se conoce como emprendimiento cívico, concepto que combina el espíritu emprendedor con los valores cívicos de una comunidad.
>> ¿Qué tipo de colaboraciones deben establecer las ciudades con el sector privado para financiar y poner en práctica diferentes smart solutions?
La implicación de pymes y multinacionales es fundamental. Sobre todo estas últimas tienen una mayor capacidad para innovar a una escala mayor. Es lógico porque tienen más recursos humanos y tecnológicos y, también, tienen más historia. Las multinacionales desarrollan infraestructuras que son imprescindibles para la ciudad y que permiten a las startups desarrollar soluciones inteligentes más a pequeña escala que dan respuesta a las necesidades sociales de la ciudadanía.
>> ¿Están dispuestas las multinacionales a compartir datos y a trabajar con startups?
Sí que lo están. Cada vez hay más iniciativas que surgen de las sinergias entre ambas partes. Uno de los ejemplos más ilustrativos es el Amsterdam Institute for Advanced Metropolitan Solutions (AMS), un instituto científico público-privado que aglutina a gobierno, universidades –entre ellas, el Massachussetts Institute of Technology (MIT), la universidad más importante del mundo en cuanto a innovación y tecnología–, empresas multinacionales y startups tecnológicas. Todos estos agentes trabajan conjuntamente para encontrar soluciones a tres desafíos sostenibles que identificaron los ciudadanos de Ámsterdam: energías renovables, edificios inteligentes y acceso a agua potable. Y lo más importante es que comparten sus conocimientos con ciudades que quieren transformarse en smart cities.
Las urbes necesitan smart solutions para combatir el cambio climático, la desigualdad social y la sobrepoblación
>> Además de Ámsterdam, ¿qué otras ciudades son referentes mundiales desde el punto de vista de smart cities?
Yo destacaría Medellín (Colombia), cuyo gobierno local ha trabajado con la ciudadanía para solucionar el grave problema de la desigualdad social a partir de soluciones innovadoras, lo que ha permitido aumentar la calidad de vida de toda la población. Y añadiría Barcelona, donde se están llevando a cabo proyectos de economía colaborativa realmente innovadores. Uno de ellos es el Barcelona Fab Lab, un centro de producción, investigación y formación que cuenta con el respaldo del MIT y que utiliza tecnología muy puntera para crear prototipos que pueden llegar a convertirse en productos para vender en el mercado internacional. Otro proyecto muy interesante y que yo mismo he fundado es Sharing Accelerator Barcelona. Es la primera aceleradora de startups de economía responsable del mundo que estoy desarrollando conjuntamente con otros socios. Esta aceleradora va a reunir a emprendedores especializados en economía colaborativa responsable. Contamos ya con el apoyo de líderes mundiales en este movimiento así como del ayuntamiento de la ciudad, muy comprometido con la innovación social y con la economía colaborativa sostenible.
>> Parece que todas las ciudades están abocadas a convertirse en smart cities.
Así es. Las urbes tienen hoy en día tres grandes desafíos: el cambio climático, la desigualdad social y la sobrepoblación –habrá más de 136 nuevas ciudades en 2025 que concentrarán más de un millón de personas–. Muchas están afrontando graves crisis de infraestructuras, vivienda social, acceso a alimentos básicos y agua potable, energía, transporte público, etc. También está la amenaza del terrorismo, que es una consecuencia de todo ello. Estos desafíos sólo se pueden afrontar a través de soluciones inteligentes.
Original: EADAView 28