Dormir bien es trabajar bien
En contra de lo que muchos piensan, dormir es la actividad más importante que realizamos durante nuestra vida ya que mientras lo hacemos recuperamos la energía que hemos perdido a lo largo del día, organizamos las ideas y memorizamos aquello que hemos aprendido. Así lo puso de manifiesto hace unos días el experto en medicina del sueño Eduard Estivill, en la conferencia celebrada en EADA Dormir bien es trabajar bien, donde se analizaron las consecuencias de dormir poco y mal en el rendimiento laboral, uno de los temas de la primera edición del Master en Alto Rendimiento Directivo de EADA.
¿Cuántas horas?
Estivill insistió en la necesidad de dormir cada día las horas adecuadas, “pues el sueño no se recupera, se pierde con el tiempo, por lo que no sirve de nada dormir el fin de semana muchas horas seguidas para compensar la falta de sueño de los días anteriores”.
Pero, ¿cuántas horas son las recomendables? Para este experto, los niños deberían dormir entre 10 y 12 horas, los adolescentes unas 9 horas y los adultos 8 horas. Pero añadió que esto no es matemático: “Hay personas que están habituadas a dormir entre 5 y 6 horas y rinden bien. Ello se debe a que hacen las mismas horas cada día, es decir, no alternan días de poco sueño con otros en los que recuperan las horas perdidas”.
Aparte de este tiempo de sueño nocturno, Estivill aconsejó hacer una siesta de unos 20 minutos. “Es normal que después de 7 u 8 horas de habernos despertado necesitemos un breve periodo de sueño, que no necesariamente debe coincidir con las comidas”, apuntó. Pero añadió que los periodos de siesta no deben superar este tiempo, ya que de hacerlo nos encontraríamos mal, como si no hubiésemos descansado”.
La restauración, reparación y memorización se produce en la fase de sueño profundo, en lo que se conoce por fase REM, que dura una hora y, según lo recomendado, debería repetirse cuatro veces durante la noche
La siesta se corresponde a la primera fase de sueño, la conocida fase superficial, que es la que se da por la noche cuando nos adormecemos y que dura, precisamente, unos 20 minutos. A ésta le sigue la fase de sueño profundo, que es un ciclo de 2 horas y en el que se incluye la fase REM -1 hora-, que es donde se produce la restauración, reparación y memorización. Este ciclo se debería repetir 4 veces durante la noche, hasta conseguir las 8 horas de sueño recomendadas.
Según Estivill, “en este peldaño de sueño consolidamos los conocimientos aprendidos durante el día y desechamos lo que no nos interesa”. Además, “en el sueño profundo es cuando se segregan determinadas hormonas, entre ellas la del crecimiento, por lo que los niños que duermen mal no fabrican las hormonas de crecimiento normal”.
Los efectos del insomnio en el trabajo
Las consecuencias de dormir poco y mal se manifiestan al día siguiente y son, según el doctor Estivill, “el cansancio, la irritabilidad, la falta de concentración, la pérdida de rendimiento cognitivo, el mal humor, la ansiedad e, incluso, la depresión”.
Se ha demostrado que los trabajadores que duermen peor rinden menos en el trabajo, motivo por el cual Toyota obliga a sus trabajadores a hacer una siesta diaria de 20 minutos
Como es lógico, todo ello deriva en un bajo rendimiento laboral. De hecho, Estivill analizó cómo afectaba la privación de sueño a dos grupos de trabajadores del sector de la automoción. “El grupo que dormía bien fabricaba un 12% más de automóviles que al que le faltaban horas de sueño”, recordó. Por este motivo, señaló, “en la sede de Toyota en Japón la dirección de la compañía obliga a sus trabajadores a hacer 20 minutos diarios de siesta para tener un mayor rendimiento, una medida que se empieza a implantar en más sectores”.
Pero la privación de sueño no sólo se debe a dormir menos horas de las que realmente nos convienen sino a toda una serie de malos hábitos que se deben corregir. Para Estivill, el más común es estar activos mentalmente hasta que nos vamos a la cama: “A muchos les cuesta desconectar por la noche y hasta minutos antes de ir a dormir están conectados al móvil, a Internet, discuten temas familiares o piensan en lo que harán al día siguiente. En cambio, lo que hay que hacer es desconectar de todo al menos dos horas antes de ir a dormir, pues cuando estamos tan activos el sueño no viene de golpe como muchos piensan”.
Por cada 15 años de trabajo nocturno se pierden 5 años de esperanza de vida, lo que constata que hacer dormir el cerebro cuando no toca acaba pasando factura
También causan somnolencia enfermedades como el Alzheimer o la esquizofrenia, hacer deporte a última hora del día y trabajar de noche. Según Estivill, “por cada 15 años de trabajo nocturno se pierden 5 años de esperanza de vida, por lo que hacer dormir el cerebro cuando no toca acaba pasando factura”.