Marco A. Peña, Ph.D.
Profesor Asociado Operaciones y Sistemas de Información
Miembro del Comité Business & Tecnology EADAAlumni
La nueva Internet, o la así llamada Web 2.0, está ocasionando cambios fundamentales en la en la forma de relacionarnos, pero no sólo con los ordenadores y los programas, sino también con la propia información y, sobretodo entre nosotros.
Parafraseando a Scott McNeally, fundador de SUN Microsystems, “Internet se ha convertido en nuestro ordenador, hardware, software y contenidos” y este cambio fundamental no ha sucedido sólo en ámbitos avanzados de investigación, si no que ha sido abrazado muy rápidamente en el ámbito doméstico y personal. Sin embargo, todavía está acabando de aterrizar en las empresas.
Al contrario de lo que sucedía hasta hace no mucho tiempo, la tecnología nunca más se entenderá como algo propio del ámbito del trabajo, sino como algo consustancial y omnipresente en nuestras vidas cotidianas.
Como casi todos los avances en el ámbito de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), estos cambios no representan un punto y final, sino justamente el motor de un cambio continuo al que las empresas no pueden dar la espalda. De otro modo, estarían renunciando a potenciales reducciones en sus costes de operación, pero sobre todo a mejorar sus capacidades operativas.
Comprender cierto detalle de cómo se hace realidad esta Intranet global y lo que ahora llamamos, la nube (cloud computing), lo que se requiere para sostenerla, los retos y oportunidades que se presentan, es esencial para comprender la forma en que hacemos negocios. Comprender la nube es igual de imprescindible que lo que en su día supusieron la computación centralizada de los primeros mainframes de los 60, o la computación distribuida cliente-servidor basada en PCs de los 80.
Bajo esta nueva forma de entender la informática y las nuevas formas de externalización subyace una Internet que se ha “industrializado”, “comoditizado”, si se permite la expresión. Y ello posibilita nuevas oportunidades para las empresas, a saber:
• Reducir las inversiones sin dejar de ser competitivos.
• Reducir los plazos para llevar un producto o servicio al mercado.
• Acceso para las pymes a productos TIC hasta ahora sólo disponibles para grandes empresas.
• Mayores posibilidades de innovación.
• Flexibilidad para adaptarse a la demanda sin incurrir en inversiones sobredimensionadas para cubrir situaciones pico.
• Entre otras.
Así pues, la decisión en este caso, no es si abrazar o no la nube, si no qué parte del negocio mover la nube y cuándo. Como dijo Jordi Torres en el acto del pasado 7 de junio “la nube está aquí para quedarse”.
Sin embargo, aunque el modelo no se cuestiona, sí que existen algunos retos por superar. Aquí van algunos ejemplos para abrir el debate:
• La seguridad percibida al emplear la nube disminuye injustificadamente. La nube es tan o más segura que cualquier otro servicio externalizado en incluso más. Si bien no todos los proveedores de cloud computing ofrecen las mismas garantáis de servicio, nadie discute que un datacenter medio es un entorno más seguro que una oficina media.
• Hay varios tipos de cloud. Desde el privado, formado sólo por infraestructura dedicada en exclusiva para nuestro negocio; hasta el público, en el que la infraestructura se comparte entre todos los clientes que la utilizan; pasando por modelos híbridos que combinan uno u otro tipo en función de la criticidad de los sistemas o lo sensible de la información que traten.
• Capacidad y calidad de las comunicaciones. Por su propia construcción, Internet no puede garantizar unos parámetros de calidad concretos de extremo a extremo de una comunicación. Así, las aplicaciones con elevados requisitos en este sentido difícilmente podrán optar por nubes públicas. Sin embargo siempre podrán optar por proveedores que ofrezcan servicios de cloud y de conectividad conjuntamente.
• La neutralidad de la red como principio básico de su funcionamiento está en cuestión en algunos círculos. Esto se refiere a la capacidad de los gobiernos, lobbies o incluso los operadores, de ejercer un control sobre las redes que dan acceso a los contenidos. Una nueva forma de censura que, de imponerse, podría representar un freno irreparable al desarrollo de la economía digital.
Con todo, Internet y la nube se han convertido en catalizadores e impulsores estratégicos de los negocios y, para mucho de éstos, difícilmente volverán a ser simplemente actividades de soporte en su cadena de valor.
Para saber más sobre cloud computing: The NIST Definition of Cloud Computing (SP 800-145)