Este verano no ha dado tregua con los fenómenos meteorológicos extremos. Hemos tenido temperaturas elevadas durante periodos prolongados combinado con lluvias intensas y granizo, causando sequías, incendios, cosechas perdidas, deshielos (como, por ejemplo, en los Alpes), inundaciones, e incontables daños materiales y muertos. El cambio climático, que subyace a estos acontecimientos extremos, es quizás el límite planetario que más se empieza a observar y considerar.
Sin embargo, de acuerdo con el Stockholm Resilience Center, hay ocho límites adicionales a tener en cuenta, porque acercarnos a dichos límites desencadena procesos naturales en cascada que son difíciles de prever y gestionar por sus efectos de retroalimentación. Pensemos por ejemplo en el Permafrost, donde el incremento de temperatura y la presencia de múltiples incendios causan su deshielo y la liberación de grandes cantidades de gases de efecto invernadero que anteriormente estaban fijados en el suelo. Estos gases empujan a su vez el cambio climático, creando un bucle de feedback positivo, es decir aumentando el deshielo.
Buenas praxis desde el mundo empresarial
Los actores (legislativos, financieros, corporativos) más realistas hacen mención del modelo de limites planetarios al contextualizar las acciones medioambientales que urge tomar en los diferentes horizontes (2025, 2030, 2050). Si bajamos al terreno del sector privado es esperanzador observar que cada vez hay más ejemplos de empresas que buscan un cambio de verdad. Hay un mayor porcentaje de empresas que entienden que nuestro presupuesto de carbono se está derrochando en muy poco tiempo y que buscan captar más carbono de lo que emiten dentro de su cadena de suministro (en vez de recurrir al sencillo pero controversial off-setting que no garantiza un impacto duradero).
Del mismo modo, cada vez son más las empresas que buscan soluciones al plástico entendiendo que los micro y nano plásticos asociados a los ocho millones de toneladas de plástico que anualmente acaban en los océanos afectan directamente a nuestra salud. Aumenta considerablemente el número de compañías que buscan regenerar suelos. Ello contrasta con la práctica actual, en que cada año se deforesta una superficie del tamaño de Portugal, entendiendo que las prácticas actuales de tala y uso de fertilizantes químicos no garantizan la provisión de alimentos ni la capacidad de la tierra de asimilar nuestras emisiones.
También hay más empresas que fomentan la biodiversidad, entendiendo que es la base de la salud humana y que no podemos seguir extinguiendo 200 especies al día y que no es aceptable que el 11.5% de la biodiversidad global está hoy en peligro de extinción.
A lo que cabría añadir un mayor porcentaje de organizaciones que entienden que nuestra tasa de extracción de recursos renovables (peces, bosques, suelos, aguas subterráneas) es mayor que su tasa de reposición, y que la tasa de extracción de los no renovables (combustibles fósiles, elementos radioactivos, minerales) es mayor a la tasa de introducción de sus sustitutos renovables, y que por lo mismo se enfocan en prolongar la vida de sus productos, componentes y materiales mediante modelos de negocio circulares.
Claves del cambio de paradigma
Con la coautora Dra. Knight hemos publicado recientemente los resultados de un estudio sobre empresas exitosas con cambios medioambientales genuinos en la revista Business Strategy and the Environment. Estas empresas tienen en común que internalizan los impactos sociales y medioambientales de sus actividades económicas. Entienden que, en su gestión de la triple cuenta, lo primero es asegurar una cuenta financiera no negativa, es decir tener una viabilidad financiera. Subsecuentemente, tratan de tener cuentas medioambientales y sociales no negativos, ampliando el alcance de sus análisis de su propia empresa a toda la cadena de suministro.
El cambio de paradigma reside en que estas empresas (a) no intercambian impactos entre las tres cuentas como si fuesen substitutos; (b) no maximizan su cuenta financiera a coste de las cuentas medioambientales y sociales y (c) maximizan sus cuentas medioambientales y sociales una vez se haya garantizado la viabilidad financiera. Estas empresas abrazan el multicapitalismo; no empujan el crecimiento de capital financiero a coste de todo lo demás, sino fomentan todo tipo de capital incluyendo capital natural, social y humano.
Solo dejando atrás el pensamiento miope e incremental para dar lugar a un pensamiento sistémico y transformacional, las empresas pueden rediseñar valor para un cliente cada vez mejor informado y cada vez más afectado por el acercamiento a los límites planetarios. Las reglas de juego para que las empresas mantengan su legitimidad y cuenten con la licencia social para operar están cambiando a una velocidad vertiginosa. El pensamiento sistémico permite regenerar las cadenas de suministro en que están operando y convertirse en líderes de una transformación profunda.
Post escrito por la Dra. Desirée Knoppen, Directora del Departamento de Marketing, Operaciones y Supply de EADA.