Primero fue la medallista olímpica en natación sincronizada Gemma Mengual. Luego fue la taekwondista Ibone Lallana. Y ahora es el marchador Jesús Ángel (Chuso) García Bragado quien se incorpora como nuevo participante de la edición del 2022 del Master en Liderazgo Transformador de EADA. Chuso es una leyenda del deporte, pues se ha convertido en el atleta del mundo más olímpico: en total ha participado en 8 Juegos Olímpicos, desde Barcelona 92 hasta Tokyo 2020. Lleva en marcha tres décadas, siempre en la élite y campeón mundial en Sttutgart 1993 y medalla de plata en los mundiales de atletismo de 1997, 2001 y 2009. Chuso afronta el master de EADA como un nuevo reto para adquirir las competencias que necesita para reconvertirse en podólogo deportivo y en entrenador de atletismo para jóvenes sin recursos.
¿Cómo surgió tu pasión por el deporte?
Cuando era pequeño tuve la suerte de estudiar en un colegio donde había un equipo de atletismo, lo que me permitió desarrollarme como atleta. Pero no fue hasta 1986 cuando decidí dedicarme más intensamente a esta disciplina a raíz de que el Comité Olímpico Internacional adjudicase a Barcelona la sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Me atraía del atletismo que era un deporte individual. Yo había practicado otros deportes en equipo y me frustraba mucho perder. El hecho de no depender de otras personas me inclinó a practicar deportes individuales, en especial, el atletismo.
Se te considera el atleta en el mundo que ha sido más olímpico. En total, has participado en 8 Juegos Olímpicos, desde Barcelona 92 hasta Tokyo 2020. ¿En algún momento te imaginaste llegar tan lejos?
Cuando empecé con los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 no pensé que estaría tantos años dedicándome a la competición de élite. Pero han ido pasando los años, he seguido entrenando mucho y a un nivel muy intenso, y me he ido manteniendo en forma. Nunca encontraba el momento de poner fin a esta trayectoria. También es cierto que gracias a los avances de la medicina me he recuperado rápidamente de las lesiones que he tenido. Quise participar en los Juegos de Tokyo porque eran los últimos en los que se iban a disputar los 50 km. marcha. Tenía más de 50 años y vi que ya había llegado el momento de poner punto y final.
Llevas a tus espaldas muchas horas de entreno, mucha constancia y fuerza de voluntad. ¿Qué aprendizajes del deporte has aplicado a tu vida personal?
La disciplina del deporte la he aplicado al mundo de la empresa estando más implicado en lo que hago y centrándome más en proyectos que no en horas de trabajo. Cuando competía, no acababa el entreno hasta que no había cumplido todo lo que tenía planificado. Por ejemplo, si mi objetivo era hacer 40 km. o 20 series de 1 km., no me iba a la ducha hasta que no lo cumplía. En el trabajo me sucede lo mismo: no me marcho hasta que no acabo todo lo que tengo previsto para ese día. Intento que el horario no me condicione mi trabajo, algo que tengo adquirido gracias al deporte.
¿Cómo fue ese momento en que empiezas a pensar en tu reinvención y en tu inmersión en el mundo empresarial? ¿Qué metas te propusiste?
Cuando decidí retirarme de la competición de élite en los Juegos de Tokyo 2020 me propuse dos objetivos. Por una parte, continuar vinculado al mundo del deporte y, más concretamente, al atletismo. Quiero ayudar a jóvenes sin recursos pero que apuntan a ser grandes atletas para desarrollar su carrera en esta disciplina deportiva. Por otra parte, quiero dedicarme a la podología, una profesión muy vinculada con el deporte, principalmente en todo lo relacionado con las plantillas para zapatillas deportivas. Estudié la diplomatura hace muchos años pero tuve que hacer la adaptación porque se había cambiado a grado, motivo por el cual hice el Grado en Podología de la Universitat de Barcelona. Mi proyecto final consistió en un proyecto de investigación para el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge para analizar la presión que ejercen los atletas al pisar a través de unos sensores muy sensibles. La tecnología se aplica cada vez más al deporte y, en concreto, en la marcha atlética. Ello me llevó a incorporarme recientemente a la empresa Podoactiva, con un enfoque muy tecnológico, pues diseñan plantillas en impresión 3D e invierten mucho en I+D+i.
¿Y qué es lo que te motivó a realizar el Master en Liderazgo Transformador de EADA?
Pues todo empezó cuando el CAR de Sant Cugat, partner de este programa, me invitó a los módulos que se hacen en el centro para compartir mi experiencia en el mundo del alto rendimiento deportivo. En la mayoría de casos, salía aprendiendo mucho de lo que explicaban los profesores. Este año me ofrecieron la posibilidad de realizar el programa y lo cierto es que acepté al momento, por el buen recuerdo que tenía de esos módulos en el CAR, porque ahora dispongo de más tiempo y porque estoy en ese momento de transición al mundo empresarial. Estoy convencido de que este master me permitirá adquirir las competencias que necesito para tirar adelante con los proyectos que tengo en mente ahora mismo.
¿Qué competencias crees que vas a adquirir?
Competencias para saber qué hacer y a qué personas debo buscar para llevarlo a cabo. Por ejemplo, si quiero impulsar una escuela de atletismo saber por dónde empezar, qué presupuesto necesito, a qué personas debo acudir para conseguir financiación. Me doy cuenta de que muchas veces no avanzo porque no sé cómo desarrollar esas competencias, no sé dónde poner el foco. Tan importante es tener una idea como convertirla en realidad.
¿Cuáles han sido tus primeras impresiones al empezar el master?
Pues me he sentido como cuando iba a una competición, con la incertidumbre de no saber si estaré a la altura de lo que se espera de mí. Me recuerda en cierta manera al programa de liderazgo en gestión pública que realicé cuando fui regidor en el Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), cuando me cuestionaba si tendría suficiente perfil para realizarlo. La primera clase la recuerdo con muchos nervios. Pero eso también está bien porque te pone en alerta. Es como cuando dan el pistoletazo de salida en una carrera, que al principio estás nervioso pero luego ya te ves más seguro.
Al final, se trata de salir de tu zona de confort y explorar nuevas alternativas, ¿no es así?
Así es. Lo más cómodo sería seguir con la rutina y decir “como no me veo capaz mejor no lo hago, no doy el paso”. Pero yo no me quiero paralizar, al contrario, quiero llevar a cabo todos los proyectos que tengo en mente y hacerlo con éxito, de manera efectiva.