‘Reskilling’ en la era post-Covid: la asignatura pendiente de muchas organizaciones

La Covid-19 no sólo ha cambiado los hábitos de trabajar en remoto, sino también los hábitos de consumo, como lo constata el crecimiento exponencial del ecommerce. Incluso ha cambiado el tipo de consumidor y sus factores de aprecio a la hora de elegir entre las múltiples ofertas del mercado.

¿Cómo afectan todos estos cambios a las empresas para ser más competitivas? Y, más concretamente, ¿cómo deben adaptarse los profesionales a estas nuevas demandas?

El estudio Rethink capabilities to emerge stronger from COVID-19 realizado por McKinsey Accelerate a 1.200 empresarios de todo el mundo pone de relieve las tres capacidades clave del nuevo futuro: liderazgo, resiliencia y adaptabilidad.

Un 80% asocia el desarrollo de las capacidades de los profesionales con el crecimiento de la compañía. La recapacitación, reskilling o desarrollo del talento interno aparece como la alternativa principal (53%) para cubrir el gap creado por el nuevo entorno y las nuevas formas de ser competitivos. En menor medida se considera la externalización o contratación externa y la reasignación de puestos y funciones.

Sin embargo, resulta paradigmático que muchas empresas no han incrementado sus inversiones en mejorar sus capacidades desde el inicio de la pandemia (41% no han cambiado y un 22% la han reducido). De hecho, sólo un 45% dice tener un plan de desarrollo de sus principales capacidades. De ahí se deriva un peligroso sentimiento por parte de los empleados: creer que la formación no es una prioridad en la empresa.

En definitiva, en tiempos de crisis como el actual, las contradicciones en el management permanecen o se desarrollan. Si bien se confirma que el desarrollo de las capacidades y “nuevas” competencias es un imperativo para el crecimiento empresarial en este nuevo entorno, las empresas no aprovechan lo suficiente o desaprovechan la oportunidad de hacer crecer sus habilidades clave y capitalizar la inquietud de sus profesionales por mejorar. Se trata de mejorar la competitividad potenciando el talento interno de la propia organización.

Ante un futuro incierto se necesitan lideres inspiracionales que entiendan que el desarrollo de nuevas capacidades es “adaptación”, que promover nuevas competencias es “innovación”, que aprovechar el deseo de aprender y crecer de las personas supone “retener y fidelizar el talento” y que sólo la miopía hace confundir el coste con la inversión que supone mejorar la competitividad de la empresa.

Post escrito por Martín Vivancos, Director del Master Ejecutivo en Dirección de Marketing y Comercial de EADA Business School.