Se incrementa el número de organizaciones de economía social, un sector que en España engloba ya a más de 42.000 entidades, de las cuales un total de 20.000 son cooperativas. En la siguiente entrevista profundizamos sobre el cooperativismo de la mano de David Cos, presidente ejecutivo de la cooperativa Escola Sant Gervasi y presidente de Grup CLADE. Se trata de un grupo integrado por once empresas que actúan en sectores tan diversos como la cultura, la atención a las personas, la alimentación, la educación, la sostenibilidad o la sanidad, con valores que se encuadran dentro del marco de la economía social.
¿Cree que el cooperativismo está en auge?
Sí lo está y es buena señal. Cada vez somos más los que creemos en la necesidad de explorar alternativas a la empresa mercantil tradicional, en desarrollar modelos productivos más humanistas, democráticos y participativos. Fórmulas como la del cooperativismo permiten construir sistemas colectivos de producción que aporten sostenibilidad al desarrollo económico. Para afrontar estos retos y ganar competitividad en unos mercados globales y complejos, el sector debe reinventarse. Y esto ya es posible.
¿Considera que las empresas cooperativas resisten mejor los ciclos económicos de recesión?
Esta fortaleza ha quedado claramente demostrada. Las cooperativas somos empresas de propiedad colectiva, donde cada persona disfruta de los mismos derechos y obligaciones en un clima de solidaridad que se crece ante las adversidades, lo que nos convierte en organizaciones altamente resilientes. Pero no somos solamente empresas para tiempos de crisis; generamos valor económico y social también en etapas de crecimiento económico.
El empleo que crean, ¿es de calidad?
No solo es así sino que estamos muy orgullosos de ello. Ganar dinero es necesario si queremos fortalecernos y afrontar nuevos retos. Pero esta necesidad debe estar en equilibrio con la construcción de espacios de crecimiento para las personas y de aportación de valor social. No se trata solamente de generar puestos de trabajo. En las empresas de Grup CLADE trabajan cerca de 7.000 personas, pero si queremos priorizar la excelencia en la producción, escalar cantidades no es lo importante. Necesitamos personas y equipos muy formados y competentes, puestos de trabajo estables y de calidad y, atendiendo a nuestro modelo altamente participativo, personas comprometidas con la realidad colectiva y democrática.
¿Qué significa que las cooperativas no tienen afán de lucro?
Suele haber mucha confusión acerca de ello. Existen cooperativas con y sin ánimo de lucro, y ello depende de lo que hayan decidido sus socios y de lo que figure en sus estatutos. Aunque lo cierto es que predominan las cooperativas sin ánimo de lucro. ¿Qué implica esto? Pues que cualquier beneficio es reinvertido en la propia compañía. Esta práctica ha permitido a muchas cooperativas maximizar su misión fundacional para llegar a niveles de calidad admirables.
En su opinión, ¿Cuál sería la principal diferencia con otras empresas?
Todas las cooperativas, con o sin ánimo de lucro, nos diferenciamos de otras modalidades empresariales en que destinamos un porcentaje de nuestro resultado a un fondo de formación y promoción. Es una forma de asegurar la formación de nuestros socios y de contribuir a la expansión y fortalecimiento del modelo cooperativo. Además, destinamos un porcentaje importante de nuestros posibles beneficios a un fondo de reserva obligatorio, que es “irrepartible”.
¿Todos los trabajadores de una cooperativa deben ser socios?
En las cooperativas de trabajo asociado puede existir un porcentaje de trabajadores que mantenga otro tipo de relación laboral con la empresa. Pero creo que se afianza más y mejor el modelo incluyendo en sus asambleas al máximo número de personas. Es lo que llamamos en nuestro argot “actividad cooperativizada”.
¿Qué futuro augura a la economía social?
Tiendo a ser moderadamente optimista. Nos encontramos en un punto de no retorno de superdesarrollo tecnológico global, con claras reubicaciones (geográficas e ideológicas) de los centros de poder mundiales. En este contexto, las empresas de la economía social aportamos una imprescindible humanización de los medios de producción. Si somos capaces de utilizar las oportunidades que nos ofrece la tecnología y sabemos hacer una lectura estratégica de lo que sucede a nivel mundial y regional, estoy seguro de que sabremos adaptar nuestro modelo a las nuevas realidades.