Dra. Elisabeth Garriga: “Preguntar por el resultado no debería ser la excepción sino la regla”
La medición del impacto social está de moda. Proliferan los cursos, las conferencias y los modelos para que los responsables de los temas sociales de las empresas, empresas sociales, fundaciones y ONGs puedan valorar el impacto social de sus programas y/o proyectos. Pero, más allá de las modas, ¿por qué es importante medir el impacto social de los proyectos financiados por las empresas e instituciones? En mi opinión, hay tres factores que justifican esta medición: para priorizar los proyectos –es fundamental decantarse por aquellos que tengan mayor impacto social–, para optimizar la inversión –se trata de obtener el máximo rendimiento de los recursos utilizados– y para gestionar mejor la organización –para conseguir resultados más eficientes.
Por un lado, los grupos de interés alrededor de las empresas (inversores, directivos, empleados, clientes, proveedores) exigen que los proyectos subvencionados tengan el mayor impacto en la sociedad. No obstante, por otro lado, en la práctica, parece que las empresas son reacias a medir el impacto social. ¿Por qué es difícil?
A menudo, la razón por la cual no muestran interés en medir es por no evidenciar resultados que no se ajustan a los objetivos esperados o así como las carencias en la gestión de las organizaciones (ONG´s y Fundaciones) escogidas para llevar a cabo dichos proyectos.
Así, por ejemplo, si mi objetivo es incrementar el número de mujeres que estudian carreras científicas y, para ello, decido realizar cursos a adolescentes para motivarlas, necesitaré comprobar cuántas mujeres efectivamente estudian carreras científicas. Si no lo hago no podré analizar el resultado y, en consecuencia, no podré medir el impacto. Aparte, no disponer de este análisis puede ser un fraude para los inversores, para los mismos participantes y, por extensión, para la sociedad en general. Por esta razón, considero que se debería exigir y normalizar la presentación de resultados de los programas y proyectos sociales para medir el impacto social. Seguramente en algunos casos nos daríamos cuenta de que determinados proyectos tan solo han supuesto la realización de acciones, pero no han incidido sobre los objetivos propuestos ni han obtenido resultados del proyecto.
Si no se analizan las causas de los problemas no se puede medir el impacto social
En este contexto ¿cuál debería ser el punto de partida de cualquier ONG y/o fundación que desarrolla este tipo de proyectos? Todo proyecto social debería partir de un análisis detallado del problema (buscar evidencias y datos), debería atacar sus causas (aunque sean múltiples y complejas) y trabajar de manera coordinada, aunque ello implique colaborar con otras ONG y fundaciones. Si no se analizan las causas de los problemas no se puede medir el impacto social. Tampoco se puede medir este impacto si los proyectos no están bien implementados. Por lo que, no tiene sentido destinar recursos a medir el impacto social de proyectos que a priori presuponemos que no tendrán el impacto esperado.
Así pues, cuando las empresas seleccionan sus proyectos sociales y las organizaciones que los llevarán a cabo, deben hacerlo principalmente en base a la capacidad de obtener resultados y conocer su impacto social. Como dijo el expresidente Barack Obama, hay que invertir en las ONGs que funcionan y no invertir en aquellas que no funcionan. El buenismo y el voluntarismo deben dar paso a la profesionalidad y a la búsqueda de resultados.
Es el momento de ser valientes y exigir a todos los niveles a aquellos que intervienen socialmente y a aquellos que buscan un cambio social. Preguntar por el resultado y el impacto no debería ser la excepción sino la regla.
Post escrito por la dra. Elisabeth Garriga, es directora del Corporate Sustainability Impact Centre de EADA, que realiza una importante labor de investigación y difusión de modelos de implementación e impacto de responsabilidad social.