Alberto Seoane: “Las mejores lecciones se aprenden de los fracasos, no de las victorias”
Este post es una historia de superación protagonizada por Alberto Seoane, un joven de 29 años que trabaja, estudia y entrena cada día en el CAR de Sant Cugat para competir en los campeonatos internacionales de Tenis Mesa, su especialidad. Participó junto al resto del equipo español en los últimos Juegos Olímpicos de Río. A su discapacidad se le denomina TAR (Thrombocytopenia- absent radius) y consiste, básicamente, en falta del hueso radio y del cúbito y en un bajo nivel de plaquetas circulante en la sangre. Ello no le ha impedido convertirse en un deportista de élite y formar parte del equipo paralímpico campeón del mundo en su disciplina deportiva. En la siguiente entrevista hablamos con Alberto de los paralelismos que existen entre el alto rendimiento deportivo y el directivo, a propósito del Master en Alto Rendimiento Directivo (MARD) de EADA.
¿Cómo fue la experiencia de participar en los Juegos Olímpicos de Río?
Fue realmente increíble todo lo que viví en Río, una experiencia inolvidable. Yo estaba acostumbrado a competiciones internacionales en las que me relacionaba con deportistas de mi disciplina y en las que podría haber un máximo de 300 espectadores. En cambio, en Río compartí muy buenos momentos con deportistas de otras disciplinas y, además, en cada competición había miles de personas. Por ejemplo, el día que jugamos contra Tailandia en cuartos de final había unas 5.000 personas. Todas ellas pagaron entradas muy caras para ver un gran espectáculo. Y recuerdo que en diferentes momentos del partido se levantaron varios espectadores que, por supuesto, no nos conocían para aplaudirnos y animarnos. Fueron unas sensaciones muy especiales.
¿Qué entrenamiento requiere la participación en unos Juegos Olímpicos?
Como os podéis imaginar, requiere una dedicación absoluta. Yo siempre solía entrenar entre 3 y 5 horas diarias durante cinco días a la semana. Pero los tres meses previos a los juegos pedí una excedencia en el trabajo para dedicarme exclusivamente a la competición. Pasé a entrenar cinco horas diarias durante seis días, con más tiempo para descansar.
Durante todo este tiempo has entrenado en el CAR de Sant Cugat, ¿no es así?
Sí, exacto. Entré en el centro hace cinco años, después de que el seleccionador nacional de la Federación de Tenis de Mesa me llamara y me propusiera entrenar a un mayor rendimiento deportivo. Yo ya había obtenido varios títulos internacionales y vieron en mí potencial para competir a un nivel mayor. Cuando me lo propuso yo vivía en A Coruña, estaba finalizando la licenciatura de Económicas. Fue un momento difícil porque debía elegir entre el deporte o mi carrera profesional. Al final opté por lo primero, pues es mi gran pasión y, además, desde que era pequeño siempre he soñado con participar en unos Juegos Olímpicos. Tenía claro que para conseguir este sueño debía venir al CAR de Sant Cugar, el mejor centro de alto rendimiento de España y uno de los referentes en Europa.
Cumpliste un sueño y, evidentemente, tomaste la decisión acertada.
Sí, así es. Además, gracias al servicio de orientación profesional del CAR conseguí hacer prácticas en la empresa de outsourcing ISS Facility Services. Aproveché las tres mañanas que tenía libre para seguir ampliando conocimientos en el campo de la economía. Desde hace un año y medio soy gestor de compras en esta compañía sin abandonar, por supuesto, la práctica deportiva.
¿Por qué es tan especial el entorno del CAR de Sant Cugat?
En primer lugar, porque te encuentras a los mejores deportistas del país, como Mireia Belmonte, Ona Carbonell o Marc Márquez. Hay que pensar que ahí sólo entrenan los deportistas que acreditan un nivel de alto rendimiento deportivo, aquellos que demuestran una progresión. Por ejemplo, los que obtenemos una beca no nos podemos relajar una vez la tenemos, pues nos la renuevan cada año en función a esta progresión. Aparte, encuentras a los mejores profesionales, médicos, fisioterapeutas, entrenadores, dietistas… Y, sobre todo, que se respira deportividad en todos los rincones. Igual coincides con un nadador que hace cada día 8.000 metros como con niñas de rítmica de 13 años que entrenan ocho horas.
En el CAR de Sant Cugat se respira deportividad por todos los rincones
¿Qué es lo que aprendes cada día de todos ellos?
El esfuerzo, la constancia, que no existen vacaciones, que hay que conseguir unos objetivos y, para ello, hay que superarse cada día. También me ha ayudado compartir experiencias, frustraciones y sensaciones con otros deportistas, tanto de mi disciplina como de otras.
Como sabes, nuestros participantes del Master en Alto Rendimiento Directivo realizan módulos presenciales en el CAR de Sant Cugat. ¿Qué crees que les puede aportar este ambiente tan especial?
La principal aportación es la excelencia pues, como decía, es uno de los mejores centros de alto rendimiento. También les permitirá adquirir una cultura del esfuerzo, pues entenderán que los deportistas que entrenamos allí dedicamos tantas horas porque tenemos unas metas, unos sueños. A esto añadiría el compromiso que tenemos todos con el alto rendimiento sostenidos. Es decir, una vez consigues un objetivo no puedes acomodarte, tienes que mejorar los resultados anteriores. Es lo mismo que deben aplicar los directivos en su día a día para posicionar a sus empresas entre las mejores.
¿En qué sentido el entorno laboral actual está más próximo a unos Juegos Olímpicos que a una competición nacional?
La globalización, la volatilidad de los mercados y la competencia que hay en cualquier sector son cuestiones que ponen a prueba cada día a las empresas, independientemente de su tamaño o ámbito. Si analizamos el éxito de Inditex o Google vemos que, al igual que los deportistas de élite, mejoran cada día sus resultados y asumen retos cada vez mayores. Así, por ejemplo, están todas ellas a la vanguardia tecnológica, impulsan las mejores estrategias de marketing y son un referente en optimizar sus procesos. Lo que está claro es que cuanto mayor sea la competencia más ambiciosos deben ser los objetivos estratégicos. De ahí que el mundo empresarial esté cada vez más próximo a unos Juegos Olímpicos.
La globalización, la volatilidad de los mercados y la competencia en cualquier sector ponen a prueba cada día a todas las empresas
En tu opinión, ¿cuál es la clave para liderar con éxito una organización hoy en día?
Al igual que el deportista de élite, un buen líder debe buscar un equilibrio entre el trabajo y una vida sana y saludable. No es necesario que esté 15 horas en la oficina, pues no rendirá más por ello. Conviene que descanse bien, que haga deporte al menos tres horas a la semana, que lleve una dieta equilibrada y tenga momentos de evasión a través de la meditación o mindfulness. De hecho, son las cuestiones en las que incide el Master en Alto Rendimiento Directivo de EADA. Y es que hay que cuidar la salud de forma integral, tanto física como mentalmente. De esta manera, el directivo no sólo se sentirá mejor consigo mismo sino que tendrá más vitalidad y podrá tomar las decisiones más adecuadas.
El master de EADA profundiza mucho en todo lo que es el trabajo en equipo. Desde tu doble conocimiento del mundo empresarial y deportivo, ¿cuáles son para ti los principales beneficios de la colaboración, de establecer sinergias?
Es muy importante mantener una excelente relación con tu equipo, hablar mucho con todos para conocer las necesidades de todos y ver cómo podemos ayudarnos para resolverlas. Para ello, un buen líder debe confiar en su equipo, saber delegar responsabilidades. Y, además, definir muy bien la tarea de cada uno de sus miembros así como los proyectos y metas en las que todos están implicados.
En tu caso, ¿cómo has gestionado el éxito y el fracaso, otro tema que aborda también el MARD?
Yo reconozco que no gestiono bien el fracaso. Cuando no gano una competición me frustro y estoy unos días que no quiero hablar con nadie, muy introspectivo. Pero cuando asumo la derrota lo que hago es analizar qué ha pasado, por qué he fallado, y saco varias conclusiones de mi experiencia. Es un ejercicio que recomiendo a todo el mundo para poder extraer una lección positiva de cualquier derrota, fracaso o decepción. Estamos en un mundo cambiante y tenemos que acostumbrarnos a gestionar situaciones adversas. No te puedes quedar parado, debes reaccionar. Además, he comprobado que las mejores lecciones se aprenden de los fracasos, no de las victorias.
El camino que haces para conseguir el objetivo que te propones es realmente apasionante
¿Cuáles son tus próximos retos?
El reto más ambicioso es conseguir una medalla en los próximos Juegos Olímpicos de Tokyo. En Río nos quedamos en cuartos de final. Más a corto plazo, tengo el próximo año varias competiciones internacionales. El más importante será el campeonato mundial de Eslovaquia el próximo mes de mayo, donde nuestro equipo tendrá que revalidar el título de campeones del mundo. Lo que tengo claro es que cuando no tenga más ganas de competir será cuando deje la competición.
¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
Disfruta de lo que tienes. Como cualquier deportista, siempre quiero más, me pongo retos cada vez más grandes, y eso me ha hecho a veces olvidarme del presente. Lo que he aprendido es que tan importante es proyectarte unas metas de futuro como vivir intensamente el momento presente. El camino que haces para conseguir el objetivo es realmente apasionante.