Toca modernizar la economía dejando atrás el modelo low-cost del made in China, y dar paso al designed by China

 

DEL EFECTO ELEFANTE A SOÑAR CON EL DRAGÓN

El dragón asiático vuelve a estar de moda. Pero esta vez, a diferencia de la fiebre de la deslocalización global que llevó China a ser considerada como la fábrica del mundo en los 90, el subcontinente oriental tiene a la economía mundial en boga por la llegada de la tan temida desaceleración de su economía. Y no es para menos. En época de vacas flacas, los países emergentes con China como abanderada están sosteniendo la economía mundial, y todo lo que sea un cambio de tendencia en un mundo todavía dominado por las fuerzas del crecimiento económico y el dictado de los mercados financieros suena a hecatombe. El pesimismo se ha apoderado de los parquets bolsarios, y el miedo de las mentes de sus feligreses. A China le ocurre como a los elefantes. Como dice un dicho africano, cuando un elefante empieza a correr, todos los demás animales tiemblan.

Dr. Josep M. Coll, profesor y director de EU-Asia Global Business Research Center de EADA

Pero si alzamos la mirada cortoplacista para ver realmente lo que pasa con China no tardaremos en fascinarnos por un país que ha sido capaz de crecer en dobles dígitos durante más de dos décadas y de sacar a más de 700 millones de personas de la pobreza. El aumento continuado de los ingresos ha hecho florecer una clase media que se ha convertido en uno de los mercados de consumidores más atractivos del planeta. La población trabajadora de China supera la de Europa y Estados Unidos juntos. Según un estudio de Goldman Sachs, la famosa clase adinerada representa más de 1.4 millones de personas con unos ingresos anuales por cápita de $500,000, y la clase media ya aglutina a 382 millones de personas con unos ingresos por cápita anuales de entre $5,858 y $11,733. El capitalismo confuciano –esto es, la adopción de un sistema económico de libre mercado adaptado a la idiosincrasia de una cultura confucionista– ha sido un modelo de éxito.

El capitalismo confuciano, que combina economía de libre mercado con confucionismo, ha sido un modelo de éxito

Ahora toca modernizar la economía dejando atrás el modelo low-cost del made in China para dar paso a la economía del conocimiento basada en el desarrollo de industrias, tecnologías y marcas de alto valor añadido, es decir, el designed by China. Este cambio de paradigma es clave para sentar las bases del futuro éxito del país, que pasa por afrontar dos retos fundamentales. En primer lugar, atajar la desigualdad creciente tanto a nivel territorial (del interior a la costa) como a nivel rural y urbano. En segundo lugar, consolidar el desarrollo de la clase media como medida del éxito del país y garante de la armonía social, el principal eje vertebrador de la sociedad y la política chinas.

A tales efectos, el gobierno chino está centrando sus esfuerzos en impulsar la demanda interna y en desarrollar tecnologías estratégicas y marcas líderes basadas en la cultura de la innovación y el emprendimiento, como Huawei, Haier, Lenovo o Xiaomi. Este nuevo modelo abre un abanico de oportunidades para las empresas extranjeras, quienes sueñan con ganarse la confianza del dragón, símbolo del progreso de una clase media urbana pujante y deseosa de nuevas experiencias.

 

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