El estudio El valor de compartir principios liderado por EADA constata un mayor compromiso de las empresas con la RSC
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) no es una moda pasajera sino un compromiso real de las empresas españolas con los derechos humanos, las normas laborales, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción. Así lo constata el estudio El valor de compartir principios, elaborado conjuntamente por las principales escuelas de negocios del país –bajo el liderazgo de la profesora y directora del Corporate Sustainability Impact Centre de EADA, la Dra. Elisabet Garriga– y que evalúa con datos fiables y actualizados las acciones en RSC de las empresas adheridas a la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas.
Prueba de ello es que la crisis económica que arrastramos desde 2008 no ha provocado una caída drástica de los recursos que invierten las empresas en acciones de RSC. Así, según el informe, aunque el 44% de las organizaciones han disminuido el presupuesto en esta materia, un alto porcentaje, concretamente el 41%, lo ha mantenido. Además, un 10% ha aumentado el número de acciones y actividades relacionadas con la RSC.
Las grandes compañías han sido más proclives a modificar su tipo de respuesta a la crisis bajo los criterios relacionados con los Diez Principios del Pacto Mundial
Este compromiso sigue siendo mayor entre las grandes empresas, que han sido más proclives a modificar su tipo de respuestas a la crisis bajo criterios relacionados con los Diez Principios del Pacto Mundial. Y lo han hecho en un 50% de los casos, frente al 35% de las pymes y al 43% de entidades del tercer sector. A pesar de ello, el estudio destaca “el gran esfuerzo que estas entidades están haciendo por integrar cuestiones de RSC en su gestión diaria”.
Otro dato que avala que la responsabilidad social está profundamente arraigada en las organizaciones de nuestro país es que el 65% de las grandes empresas han incrementado en sus contratos con proveedores las cláusulas que incluyen compromisos con los Diez Principios. Asimismo, el 44% de estas grandes corporaciones y el 26% de las pymes realizan acciones de sensibilización o cursos de formación a proveedores en aspectos relacionados con el Pacto Mundial.
RSC: Impacto social y económico
Pero, además, el estudio ha servido para demostrar que las empresas que se han adherido a la Red Española del Pacto Mundial han avanzado en su gestión socialmente responsable, a la vez que han aumentado considerablemente sus ingresos y su proyección internacional. Así, por ejemplo, el 97% de las empresas integrantes han incrementado su implicación y sus acciones en RSC. Si hablamos de grandes entidades y pymes sus principales beneficios sociales son el mayor compromiso con los valores éticos, la mejora de la reputación corporativa y la posibilidad de satisfacer las expectativas sociales. En cambio, las organizaciones del tercer sector y las instituciones educativas lo que más valoran es contribuir al desarrollo de la sociedad, seguido también del mayor compromiso con los valores éticos y de la satisfacción de las expectativas sociales.
Las empresas adheridas al Pacto han aumentado su facturación en los mercados exteriores, además de la reputación corporativa y la competitividad
Por otra parte, el informe constata toda una serie de beneficios económicos derivados de una gestión responsable. Uno de los factores más destacables es que las entidades asociadas han visto aumentar su expansión internacional desde la firma del Pacto Mundial. Más exactamente, las grandes empresas, en un 13% de los casos, han visto crecer su facturación proveniente del exterior en más de un 60%, mientras que en un 11% de las pymes el incremento ha alcanzado al 40%. Desde un punto de vista cualitativo, el 62% de las grandes empresas con actividad internacional han mejorado su reputación corporativa y su competitividad, siendo un 54% en las pymes.
RSC: Principales retos
Aunque se han conseguido más adhesiones de las empresas españolas a la Red Española del Pacto Mundial –en los últimos diez años se ha pasado de 200 organizaciones a un total de 2.535– y se ha reforzado el compromiso y la actuación ética de las entidades, aún quedan muchos retos por conseguir. Así lo pusieron de manifiesto varios de los firmantes del Pacto, que asistieron a EADA a finales de febrero a la presentación del informe.
Uno de los principales desafíos es la medición del impacto social y económico que tienen las acciones de RSC en la empresa. Para la Dra. Elisabet Garriga es un factor clave porque “permite pensar mejor cómo y de qué manera gastar el presupuesto en esta materia para obtener el máximo rendimiento social”. Y añadió: “Es importante que las organizaciones demuestren que sus programas de RSC han obtenido una influencia o un efecto positivo en la sociedad y han ayudado a solucionar problemas sociales actuales”. Sin embargo, y ahí está el reto, es que tan sólo el 20% de las compañías muestran en sus memorias indicadores al respecto. “Un bajo porcentaje que confirma que no existe una metodología ni unos indicadores, ni una definición sobre qué es el impacto social y cómo medirlo”.
Es importante que las organizaciones demuestren que sus programas de RSC han obtenido una influencia o un efecto positivo en la sociedad y han ayudado a solucionar problemas sociales actuales
Otra asignatura pendiente es concienciar a un mayor número de empresas de su corresponsabilidad con todos estos problemas sociales. “No podemos conseguir un mundo mejor sin el papel activo de las empresas, que en este ámbito tienen incluso más poder y responsabilidad que los gobiernos”, afirmó Ignasi Fainé, director de Comunicación y Responsabilidad Corporativa de Agbar. El problema, continuó, “es que todavía hay muchas organizaciones que no se creen los discursos relacionados con la gestión sostenible y que lo ven como una estrategia de marketing para mejorar la cuenta de resultados”.
Para cambiar esta tendencia, Marcos González, editor del medio Corresponsables, propuso “explicar bien a las empresas que la apuesta por la RSC supone un cambio de paradigma, un cambio cultural, que conlleva una nueva manera de hacer negocios y cuyos resultados quizás los verán nuestros hijos y nietos”. Y añadió: “Para extender este compromiso a todos los sectores es necesario explicar bien el valor social que pueden aportar las compañías así como los múltiples beneficios económicos que obtendrán, como conseguir más clientes, mejorar la relación con los proveeedores o tener más proyección internacional”. Por su parte, Janette Martell, coordinadora general del plan director de responsabilidad social de Esade, destacó “el papel tan importante que desempeñan las instituciones formativas para difundir este mensaje a las empresas ya sea generando debates en las aulas, organizando conferencias o redactando artículos relacionados con esta materia”.
La apuesta por la RSC supone un cambio de paradigma, un cambio cultural, que conlleva una nueva manera de hacer negocios y cuyos resultados quizás verán nuestros hijos y nietos
Por último, Fainé planteó otro reto: implicar a todos los miembros de la empresa en este compromiso. Según dijo, “debe quedar claro que la gestión sostenible no depende del director general o de un departamento concreto, sino que es responsabilidad de todos”.