Estrategias para transformar ideas brillantes en proyectos reales

Son muchos los emprendedores que tienen ideas brillantes que al final no prosperan y se quedan guardadas en un cajón a la espera de que algún día vean la luz. ¿De qué depende que estas buenas ideas no se conviertan en proyectos concretos o en negocios exitosos? La respuesta la dio hace unas semanas Franc Ponti, profesor del Global Innovation Management Centre de EADA, en la Global Leadership Conference 2014 de la AMBA (asociación de MBA) celebrada en la localidad francesa de Nantes.

A través de una ponencia titulada Inteligencia creativa: estrategias para transformar ideas en resultados y un workshop con varios estudiantes, Ponti esbozó las principales razones por las que las ideas se quedan en el olvido y expuso varias vías de creatividad para solucionar este problema.

EVALUAR LA IDEA

El primer reto que planteó fue evaluar si una idea es buena o no lo es. “Muchas veces pensamos que una idea es buena por una cuestión de ego, porque al ser nuestra es la mejor”. En su opinión, “en lugar de estudiar una metodología desde el ego se debe hacer desde el trabajo en equipo, pues al compartir diferentes puntos de vista se valoran otras opciones que no se habían considerado a priori a la vez que se consigue una mayor creatividad”.

De esta manera se generarán más ideas, algo muy relevante si atendemos a la ecuación de 1000/100/10/1 que planteó Ponti: “De 1.000 ideas que podamos tener 100 serán posiblemente bastante buenas, lo que no significa que tengan continuidad. De éstas, 10 serán muy buenas y pueden materializarse en algún proyecto. Y una será excelente”.

Hay tres factores que van en contra de la creatividad: el ego que nos impide compartir una idea con otras personas, el miedo a plantear propuestas desfasadas y la tendencia a evaluar negativamente una idea

A la hora de evaluar una idea también hay que evitar dos situaciones que, según el profesor de EADA, son frecuentes y van en detrimento de la creatividad. La primera es el miedo que tienen muchos emprendedores por hacer propuestas que no tengan sentido. “Hay que desinhibirse y considerar todo tipo de ideas, por muy desfasadas que puedan parecer”, apunta. La segunda es la tendencia a criticar negativamente una idea. Según Ponti, “si queremos evaluarla lo tenemos que hacer con aportaciones positivas, siempre con el objetivo de mejorarla”.

BUSCAR SINERGIAS

Hay dos retos más que están muy relacionados con el anterior punto. Uno es saber vender bien esta idea. Para ello, el profesor de EADA recomienda “ser convincentes pero no arrogantes, incorporando en nuestra exposición los comentarios y críticas que hayamos recibido”. El otro reto es compartir esta idea con el máximo número de departamentos y de personas.

Para conseguirlo, Ponti propuso dos soluciones: “Por una parte, cambiar las estructuras organizativas de una empresa, ya que están demasiado jerarquizadas e impiden fomentar la colaboración entre diferentes áreas. Por otra, incentivar el trabajo interdisciplinar, mejorando cualquier idea a través de las sinergias que se puedan establecer entre perfiles distintos, como por ejemplo, entre un ingeniero, un antropólogo y un experto en marketing”. En su opinión, “la colaboración inteligente es más eficiente que la competición”.

¿CRISIS DE IDEAS?

En su ponencia, Ponti abordó otra de las cuestiones de máxima actualidad: ¿La coyuntura económica actual ha comportado una crisis de ideas? En su opinión, “lo que influye no es el contexto económico sino la falta de capacidad creativa que hay en las empresas, organizaciones y universidades”. Según manifestó, “en algunas de estas instituciones no se fomenta lo suficiente la libertad creativa, no permiten generar ideas ni que te equivoques, lo cual es un problema porque una empresa puede ser mucho más potente si sistematiza los procesos creativos y los transforma en innovación”.

Lo que influye negativamente en la generación de ideas no es el contexto económico sino la falta de capacidad creativa que hay en las instituciones

Cuando Ponti habla de creatividad se refiere a “la capacidad de tener ideas originales y que aporten valor”. En el caso de una empresa u organización, “no es suficiente con tener ideas originales, éstas deben servir para un propósito concreto, ya sea para mejorar un servicio, un producto o, incluso, para un beneficio interno, para que los propios trabajadores estén más motivados y felices”.