David Roman, PhD candidate University of Vic
Director del Product Manager – Postgrado en Marketing de EADA
Para mi intervención en la mesa redonda de este título que se celebró en EADA el pasado miércoles 26 de febrero, preparé cuatro ideas sobre la realidad del marketing y de los departamentos de marketing que quiero compartir con vosotros en este post.
Está claro que ahora que todas las empresas empiezan a hacer marketing, resulta que está cambiando la forma de hacer marketing. De un marketing mucho más orientado a empujar el producto hacia el cliente final (eso si, intentando entender sus necesidades), estamos en un marketing mucho más “pull”, en la que los consumidores marcan el ritmo, la calidad y cantidad de los contactos con la empresa, esperando que ésta esté a su disposición en cuanto él lo demande.
Las empresas no lo están entendiendo del todo y esto no pasa únicamente en España, sino que también a nivel global. Un estudio realizado durante este mes por la consultora GfK en Alemania nos da un dato preocupante para el sector: la publicidad es menos creíble (27%) que los banqueros (39%), y eso que los banqueros tienen la percepción social que tienen. La publicidad, la cara visible para el consumidor del marketing, es el sector peor parado. De forma anecdótica, cabe decir que el sector mejor valorado en este estudio son los bomberos, con una credibilidad del 99%..
El nuevo perfil de marketing tiene que ser un generador de sinergias.
Vivimos unos tiempos de verdadera obsesión por el ROI (return on investment), concretamente el ROMI en marketing (return on marketing investment) y, gracias a las nuevas tecnologías y la forma de controlar, cada vez es más fácil conseguirlo. A mi me gusta también hablar del otro ROT, que yo califico de “return on talent”, y es aquí donde el nuevo “marketinero” tiene que aportar valor a la organización. El perfil del nuevo profesional da por hecho que conoce técnicamente su producto y que tiene las competencias básicas de marketing asimiladas. Con estas materias primas, debe de ser capaz de buscar nuevas maneras de conseguir capturar a sus consumidores actuales y potenciales, utilizando sus herramientas sin saturarlas, llegando sin ser intrusivo y con la creatividad suficiente para convertir cada reto en una oportunidad. De hecho pasa algo parecido con los productos que comercializan las empresas: tienen que ser buenos y aportar valor, si no, es cuestión de tiempo que el consumidor nos penalice.
En tiempos de datos y de proximidad al cliente, el nuevo “marketinero” tiene que estar al día. Su labor de despacho ya no consiste en mirar rapports de decisiones pasadas, sino en ver lo que pasa en el día a día, aunque el término más exacto sería el minuto a minuto. Debe comenzar por saber utilizar en big data para analizar aquellos aspectos relevantes que le informarán de su negocio y debe acabar controlando las redes sociales para medir el grado de satisfacción de sus clientes y usuarios.